Se siente feliz Diego Ramón Jiménez Salazar, El Cigala (la capital española, mil novecientos sesenta y ocho), en Argentina. De vira por el país con «Piano y voz», este fin de semana va a cantar en la ciudad de Buenos Aires temas populares de Nino Bravo, Camarón, Roberto Carlos, Rocío Jurado y Mercedes Insípida, entre otros muchos. Mas ahora, en diálogo telefónico con EL PAíS, canta entre risas «Regresar», de Carlos Gardel. En esta tierra, a la que ha regresado numerosas veces desde la primera vez, se enamoró de la escuela de tango y se sumergió en él hasta sentirse como pez en el agua.
«El tango me transmite añoranza, profundidad, hondura, dolor. Es nocturno y arrabalero, como el flamenco, sus letras asimismo son similares, se canta con el ánima, me chifla. El argentino no te cantará un tango a las diez de la mañana pues te va a sonar terrible». Él tampoco. Tras su paso por las urbes de Rosario y Córdoba, el sábado y el último día de la semana se va a subir a los escenarios porteños acompañado por el catalán Jaime Calabuch, Yumitus. «Es un pianista excepcional, te captura desde el primer instante», lo define el cantaor gitano. Resalta asimismo la utilidad de Yumitus, que hace que el público lo confunda con un latino cuando sus manos arrancan del piano ritmos de este continente.
Su amorío con las clases de tango quedó inmortalizado en Cigala & tango, el disco grabado en riguroso directo en el Teatro Gran Rex porteño. Mas su primer noviazgo con la música sudamericana llegó ya antes, con el son cubano y los boleros de la mano del gran profesor Tomo Valdés. Juntos grabaron «Lágrimas negras», del que se vendieron más de un millón de copias en el mundo entero. «Fue lo mejor que me pasó en mi vida artística», repite una y otra vez sobre su experiencia con el pianista cubano, fallecido en dos mil trece.
Piensa que prácticamente cualquier música pueda emparejarse con el flamenco, mas pone salvedades. «El reggateon y la música esa de McDonalds que se hace, no. El flamenco con ‘a desplazar el culo’ no, no, eso no», afirma a carcajada limpia. Opina asimismo que «hay que ser de los países norteños a fin de que no te guste Buenos Aires». «Paseas por Corrientes y te piensas que estás en la Gran Vía. Mi Buenos Aires querido es increíble. Estoy muy feliz en Argentina», asevera.
A pesar de su acercamiento al folclore y a las músicas sudamericanas, El Cigala no se ve a sí mismo como un renovador, sino más bien como alguien que ha aportado una mirada diferente a la música. «Todo cuanto hago lo canalizo desde el flamenco. Canto tangos sin parar de ser flamenco», describe. Ser flamenco es, conforme sus palabras, «una forma de vida y un estado anímico». Incluye «penas y alegrías», mas sabe que la vida es cortísima y está resuelto a reirse «todo cuanto pueda».